Desde hace unos años que comencé a interesarme por la fisioterapia del suelo pelvico y a involucrarme en la rehabilitacón del suelo pelvico infantil.
He podido observar el stress de los familiares sobre el control de esfinteres, el autoritarismo que podemos ejercer sobre el hecho de hacer pis y caca. No es sólo un stress familiar, ya que la sociedad nos impone una edad en la que el niño DEBE controlar esfinteres. Una edad que fisiológicamente el niño no es todavia maduro para ello. ¿Alguna vez os lo habéis preguntado? ¿Cómo se desarrolla el control de esfinteres?
El control miccional tiene un proceso madurativo como lo tiene el desarrollo psicomotor, esta claro que es menos visual, que el hecho de ver a tu hijo levantar la cabeza, darse la vuelta, sentarse, gatear, y andar. Pero está ahí.
Según estudios el control voluntario de la miccion, tanto diurno como nocturno, deberia haberse adquirido a los 6 años, teniendo en cuenta que el nocturno es el ultimo que se adquiere y en el que encontramos más dificultades. No por eso debemos estresarlos puede haber muchos factores que les afecten (habitos alimenticios, factores psicologicos, hereditarios...).
Hoy he leido un articulo de Laura Gutman, que han descrito totalmente lo que yo pienso en muchos casos que simplemente necesitan tiempo, confianza, y amor.
La educación y apoyo son importantes en este caso, excluyendo las reprimiendas y el forzar. El hecho de forzarlos puede generar trastornos miccionales posteriores. Reconozco la gran dificutad que podemos encontrar al intentar crear el habito de ir al baño en vez de llevar el pañal, sin embargo poco a poco se aprende y si se hace de forma ludica y educativa, entenderá mejor el hecho de que poco a poco se hace mayor y cuando esté preparado él mismo sabrá cuando quiere dejar de usar el pañal (sin tener en cuenta patologias neurologicas y/o malformativas).
Aqui cito el articulo:
Esfínteres:
control y autoritarismo
Si estuviéramos en una
isla desierta con nuestros niños, y contempláramos al bebé humano, con la misma
celeridad con la que observamos a los animales, constataríamos que el control
de esfínteres real se produce mucho más tardíamente de lo que nuestra sociedad
occidental tiene ganas de esperar. Lamentablemente, en lugar de examinar
cuidadosamente cómo suceden las cosas, elaboramos teorías que luego pretendemos
imponer esperando que funcionen.
Hemos impuesto a los niños el
control de esfínteres alrededor de los dos años de edad, con lo que este tema
se ha convertido en todo un problema. Si observáramos sin prejuicios el
proceso natural, estaríamos ante la evidencia de que los niños humanos la
realizan después de los tres años, algunos después de los tres años y medio, o
incluso después de los cuatro años. ¡Qué importa!
Sin embargo los adultos -sin
pedir permiso a los niños- ¡Les sacamos
los pañales mucho antes! Esto significa que les arrebatamos el sostén, la
contención, la seguridad, el contacto, el olor, agregándoles la exigencia de una
habilidad para la cual no están aún maduros. Que el niño nombre “pis” o caca”
no significa que cuente con la madurez neurobiológica para controlar dicha
función.
Sacar los pañales porque “llegó el verano”, decidir que ya
tiene dos años y tiene que aprender,
responde a la incomprensión de la especificidad del niño pequeño y de la
evolución esperable de su crecimiento. Cabe preguntarnos porqué los adultos estamos tan ansiosos y preocupados por la adquisición de esta habilidad, que como otros aspectos en el desarrollo
normal de los niños, llegará a su debido tiempo, es decir cuando el niño esté
maduro.
Controlar esfínteres no se aprende
por repetición, como leer y escribir.
Se adquiere naturalmente cuando se está
listo, como la marcha o el lenguaje verbal.
Ahora bien, si no estamos dispuestas a
rendirnos ante la sabiduría del tiempo interno de cada niño, las mamás lucharemos contra los pis que se
escapan, las bombachas y calzoncillos mojados, las sábanas y colchones al sol,
los pantalones interminables para lavar, mientras acumulamos rencor, hastío y
mal humor en la medida que creamos que nuestros hijos “deberían haber ya
aprendido”. En cambio, si dejamos a los niños en paz, después de los tres años,
o cerca de los cuatro años, (sin olvidar que cada niño es diferente)
simplemente un día estará en condiciones de reconocer, retener, esperar, ir al
baño, sin más trauma y sin más vueltas que lo que es: controlar con autonomía
los esfínteres.
A mi consultorio llegaron
durante años niños con problemas de enuresis de 5, 6, 7, 8 años e incluso de
mayor edad. La mayoría de ellos, se hacen pis sólo de noche, mientras duermen.
Invariablemente les han sacado los pañales alrededor de los dos años. Los casos
de enuresis son muy frecuentes, pero habitualmente no nos enteramos porque
de eso no se habla. Total quedan como secretos de familia. He comprobado
que cuando las mamás aceptan mi sugerencia de volver a ponerles pañales (caras
de horror), los niños los usan el mismo lapso de tiempo que hubiesen necesitado
desde el momento en que se los sacaron hasta que hubiesen podido controlar
esfínteres naturalmente. Como si recuperaran exactamente el mismo tiempo que
les fue quitado. Y luego, sencillamente se acaba el “problema”. Hay padres que
opinan que “es contradictorio volver a poner un pañal una vez que se tomó la
decisión de sacarlo”. En realidad en la vida probamos, y damos marcha atrás si
es necesario y saludable. Simplemente diremos: “creí que estabas listo para
controlar los esfínteres, pero obviamente me equivoqué. Te voy a poner el pañal
para que estés cómodo, y cuando seas un poco mayor, estarás en mejores
condiciones para lograrlo”. Es sólo sentido común. Se alivian las tensiones y
finalmente el control de esfínteres se encausa.
Los niños -frente a la demanda de
los adultos- hacen grandes esfuerzos para controlar sus esfínteres, pero ante cualquier dificultad emocional -por
pequeña que sea- se derrumba el esfuerzo
desmesurado y se escapa el pis. Luego vienen las interpretaciones: “me tomó el
tiempo”, “me lo hace a propósito”, “él
sabe controlar pero no quiere”.
Entiendo la presión
social que sufrimos las mamás. Hay
jardines de infantes que no aceptan niños en salas de tres años con pañales.
Hay pediatras, psicólogos, y otros profesionales de la salud, además de
suegras, vecinas y amigos bienintencionados que opinan y se escandalizan. Pero
es posible sortearla con un poquito de imaginación: los pañales son
descartables, baratos y anatómicos, lo que les permite a los niños ir a jugar,
ir a un cumpleaños, al jardín, sin tener que pasar por la humillación de
mojarse en todos lados. Hay quienes no quieren ir al jardín a causa de la
probabilidad de hacerse pis. Otros se vuelven tímidos, otros especialmente
agresivos mojando cuanta alfombra encuentran a su paso.
Por otra parte, hacer
“pis” no es lo mismo que desprenderse de la “caca”. Muchos niños que controlan perfectamente el
pis, piden el pañal para hacer caca. Es
importante que les ofrezcamos lo que están pidiendo, porque nadie pide lo que
no necesita. ¿Cuál es el motivo para negárselo?
Yo espero humildemente que alguna
vez nos demos cuenta del grado de
violencia que ejercemos contra los niños, envueltos en exigencias
que no pueden satisfacer y que se
transforman luego en otros síntomas (angustias, terrores nocturnos, llantos
desmedidos, enfermedades, falta de interés) que hemos generado los adultos sin
darnos cuenta.
Acompañar a nuestros hijos es aceptar
los procesos reales de maduración y crecimiento.
Y si sentimos
rechazo por algún aspecto, entonces preguntémonos qué nos pasa a nosotros con
nuestros excrementos, nuestros genitales y nuestras zonas bajas que nos
producen tanto enojo. Dejémoslos crecer en paz.
Alguna vez, cuando sea el momento adecuado controlarán sus esfínteres
naturalmente, así como una vez pudieron reptar, gatear, caminar, saltar, trepar
y ser hábiles con sus manos. No hay nada
que modificar, salvo nuestra propia visión.